Cuando se comienza a leer Por favor, cuida de mamá, sorprende el estilo de esta escritora coreana. El libro está compuesto casi en su totalidad en segunda persona: es por ello que el lector se siente inmediatamente metido dentro del argumento.
El libro comienza directamente in media res: mamá (So-Nyo), una anciana campesina analfabeta, se ha perdido en el metro de Seúl. Se separa de su marido justo en el momento en que este sube al vagón y ya nadie vuelve a saber de ella. Comienza entonces una larga y angustiosa búsqueda de la madre que llevará a un redescubrimiento de su figura, a un ahondar en el significado de ella en la propia vida. No parece posible leer este relato ajeno sin ser protagonista del mismo: el lector se ve inevitablemente invitado a reflexionar sobre la figura de la propia madre.
Culpas, temores y gratitud se van desarrollando a lo largo de la búsqueda que ofrece este libro. Se puede llegar a pensar que no sabemos realmente todo lo que puede llegar a ser una madre y puede desembocar en un redescubrimiento de nuestra propia madre.
La cuestión de la fe está presente, de forma aparente en un principio de refilón, pero adquiere una hondura que da sentido al relato.
Siendo un libro conocido por algunos discípulos, lo recomiendo para esta Navidad a aquellos que no hayan tenido ocasión de leerlo: una lectura ágil y cautivadora asegurará buenos momentos y enriquecimiento al calor del hogar.
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